En la actualidad, los niños enfrentan una creciente amenaza debido al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, que está comenzando a impactar seriamente la educación en todo el mundo. Este problema se ha intensificado por la continua quema de combustibles fósiles, que no solo contribuye al cambio climático, sino que también está forzando el cierre de escuelas durante días, e incluso semanas. Este fenómeno podría poner en peligro uno de los mayores logros de las últimas décadas: la educación infantil.
Recientemente, se han registrado cierres masivos de escuelas en varios países debido a olas de calor extremo. En mayo, Pakistán cerró sus escuelas, afectando a 26 millones de niños, cuando las temperaturas superaron los 40 grados centígrados. En abril, Bangladés y Sudán del Sur también se vieron obligados a cerrar escuelas, dejando a millones de estudiantes sin clases. Filipinas y Estados Unidos también han experimentado interrupciones similares, aunque en menor escala.
Estos cierres son solo la punta del iceberg. Las investigaciones han demostrado que incluso cuando las escuelas permanecen abiertas, las temperaturas extremadamente altas pueden afectar negativamente el rendimiento académico de los estudiantes, incluidas las puntuaciones en exámenes. Este es un claro ejemplo de cómo el cambio climático está exacerbando las desigualdades en el acceso a la educación y está poniendo en riesgo el aprendizaje de toda una generación.
El informe de Unicef destaca una alarmante brecha generacional en la exposición a los días de calor extremo. Los niños de hoy en día experimentan, en promedio, el doble de días de calor extremo que sus abuelos. Esta brecha es aún más pronunciada en países de ingresos bajos y medios, donde los niños enfrentan un aumento significativo en el número de días de calor extremo a lo largo de sus vidas. Por ejemplo, en países como Benín y Costa de Marfil, hasta dos tercios de los niños vivirán al menos el doble de días de calor extremo que sus abuelos.
En contraste, los niños en países como India, Pakistán y Bangladés, aunque ya están acostumbrados a temperaturas elevadas, no han experimentado un aumento tan significativo en la frecuencia de estos días extremos. Sin embargo, esto no los exime de las consecuencias mortales del calor, que sigue siendo una amenaza constante.
Además del calor, otros fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, están interrumpiendo la educación en varias partes del mundo. En Brasil, las inundaciones han cerrado escuelas durante semanas, mientras que en India, miles de estudiantes se han visto afectados por cierres relacionados con inundaciones provocadas por el cambio climático.
El futuro de la educación en un mundo cada vez más cálido depende de la capacidad de las escuelas para adaptarse a estos cambios. Esto incluye mejorar la infraestructura escolar para resistir el calor, con soluciones como mejor aislamiento, techos verdes y la instalación de aire acondicionado. Sin embargo, en muchas partes del mundo, especialmente en países de bajos ingresos, estas medidas siguen siendo inalcanzables.
Los científicos coinciden en que la única forma de mitigar el impacto del cambio climático en la educación y en la vida en general es reducir drásticamente la quema de combustibles fósiles. Sin embargo, incluso con estos esfuerzos, el daño ya está hecho y las temperaturas seguirán aumentando. Es urgente que se tomen medidas para proteger a los niños y garantizar que el calor extremo no se convierta en una barrera insuperable para su educación y su futuro.