La Amazonía, uno de los pulmones más importantes del planeta, se enfrenta a una alarmante deforestación que no solo amenaza su biodiversidad sino que también tiene serias implicaciones para la lucha contra el cambio climático. Así lo destacó el informe ‘Planeta Vivo’ de WWF, el cual fue presentado recientemente, y advierte sobre la situación crítica de este ecosistema.
Según Analiz Vergara, técnica de la Unidad Amazónica ACU WWF, la Amazonía está cerca de alcanzar un «punto de no retorno». Esto significa que los ecosistemas de la región están tan debilitados que podrían dejar de ser funcionales frente a amenazas como la deforestación y el cambio climático. Vergara hizo hincapié en que la Amazonía alberga alrededor del 10 % de la biodiversidad mundial, y se descubren nuevas especies allí cada dos o tres días.
Más allá de la biodiversidad, la Amazonía es crucial para el equilibrio climático global, ya que almacena entre 250 y 300 mil millones de toneladas de carbono. La pérdida de este enorme sumidero de carbono haría imposible alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1.5 grados. «Si perdemos la Amazonía, perdemos la lucha contra el cambio climático», sentenció Vergara.
La Amazonía no solo es importante por su capacidad de absorber carbono, sino también por su función en la producción de humedad. Los bosques sanos producen su propia humedad a través de la transpiración, formando gigantescos «ríos voladores» que distribuyen agua a lo largo del continente sudamericano. Cuando se talan los árboles, se interrumpe este proceso, reduciendo las lluvias y afectando a otros ecosistemas que dependen de esta humedad.
Aunque Ecuador representa una pequeña parte de la Amazonía, su importancia en términos de biodiversidad es significativa. En las últimas dos décadas, el país ha perdido alrededor de 250,000 hectáreas de bosque amazónico, principalmente en las provincias de Napo, Zamora Chinchipe y Sucumbíos. La deforestación está impulsada por actividades como la producción de palma aceitera y cacao, la ganadería y la minería.
El problema es aún más complejo por la minería ilegal, que se ha cuadruplicado en los últimos dos años. Según Vergara, el 90 % de la minería en Ecuador es ilegal, contribuyendo a la degradación de áreas significativas del bosque y afectando a las comunidades locales.
Vergara señaló que si se sigue perdiendo entre un 20 % y 25 % del bosque amazónico, la región alcanzaría ese punto de no retorno, y ya se ha perdido el 17 %. Si la deforestación continúa al ritmo actual, este umbral crítico podría alcanzarse en la próxima década.
La pérdida de la Amazonía tendría consecuencias devastadoras no solo para el clima, sino también para la riqueza cultural que alberga, la cual es irremplazable. La región es el hogar de comunidades indígenas que dependen de los bosques para su supervivencia y cuya cultura está profundamente entrelazada con este ecosistema.
La deforestación, junto con la pobreza, la desigualdad y la falta de estructuras de gobernanza fuertes, presenta un escenario muy preocupante para la Amazonía. A esto se suma la extracción de recursos naturales no renovables, como el petróleo y los minerales, lo que agrava la situación y contribuye al deterioro de la selva.
La situación es crítica y requiere acciones urgentes a nivel nacional e internacional para preservar uno de los ecosistemas más importantes del mundo. Proteger la Amazonía es clave para mantener la resiliencia climática del planeta, y la responsabilidad recae tanto en las políticas gubernamentales como en el compromiso global para frenar la deforestación y las actividades destructivas que amenazan este valioso recurso.