El «grounding» o «conexión a tierra» es una práctica alternativa que busca mejorar el bienestar mediante el contacto físico con la superficie terrestre. Al caminar descalzo sobre césped, arena o simplemente tocar el suelo, se dice que el cuerpo absorbe electrones libres de la Tierra, ayudando a reducir la inflamación y el estrés oxidativo. Aunque aún se debate en la comunidad científica, el grounding ha ganado interés entre quienes buscan una conexión más profunda con la naturaleza.
Investigaciones preliminares, como un estudio publicado en el Journal of Environmental and Public Health, sugieren que el grounding podría ayudar a mejorar el sueño, reducir el dolor y disminuir la inflamación. Los autores señalan que esta práctica podría influir en parámetros fisiológicos que afectan la salud, aunque subrayan que se necesitan estudios más rigurosos para confirmar estos efectos.
Defensores del grounding han identificado varios beneficios, que incluyen:
1. Mejora en el sueño: Ayuda a regular el ritmo circadiano.
2. Reducción del dolor e inflamación: Personas con molestias crónicas reportan alivio.
3. Mejor circulación sanguínea: El contacto con la Tierra podría mejorar el flujo sanguíneo.
4. Disminución del estrés y ansiedad: Fomenta la relajación y el bienestar emocional.
A pesar de sus potenciales beneficios, el grounding enfrenta críticas debido a la falta de estudios clínicos amplios y de largo plazo. Instituciones como el Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud sugieren que, aunque el grounding muestra un potencial atractivo, los testimonios personales no reemplazan la evidencia científica robusta.
Si bien el grounding es una práctica en ascenso y con efectos potencialmente beneficiosos, es importante mantener un enfoque equilibrado y basado en la evidencia. La ciencia aún debe profundizar en su estudio, y la práctica debe ser vista como una parte complementaria de un estilo de vida saludable en contacto con la naturaleza.