La Fundación para la Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (FCOMCI) y Médicos Sin Fronteras (MSF) organizaron un webinar conjunto titulado «Claves para la intervención en salud ante situaciones de catástrofe». Este encuentro buscó dotar al personal sanitario de herramientas esenciales en salud mental para atender a personas afectadas por catástrofes naturales, como la reciente DANA en España. La moderadora fue la Dra. Rosa Arroyo, vicepresidenta de la OMC y de FCOMCI, y participaron expertas de MSF: la Dra. Cristina Carreño, psiquiatra, y Ariadna Pérez, psicóloga.
La Dra. Arroyo explicó que esta formación transversal en salud mental puede ayudar a los sanitarios en terreno, ofreciendo una base sólida para abordar las necesidades psicológicas de las personas en crisis. En su intervención, la Dra. Carreño describió los efectos profundos de las catástrofes, tanto a nivel comunitario como familiar e individual, destacando problemas como las pérdidas económicas, la pérdida de seres queridos y síntomas de trauma.
La Dra. Carreño expuso los cinco principios básicos que guían la intervención de los sanitarios en estos contextos:
- Recuperar la sensación de seguridad
- Promover la calma
- Fomentar la autoeficacia y la eficacia colectiva
- Establecer vínculos
- Inculcar esperanza
Para implementar estos pasos, la psiquiatra recomendó que los sanitarios apliquen los primeros auxilios psicológicos (PAP), eviten patologizar, mantengan una escucha activa y ofrezcan información precisa.
Entre los indicadores de alerta, la Dra. Carreño señaló emociones fluctuantes como la culpa o el aislamiento, y sugirió medidas para abordarlos de forma adecuada. Estas incluyen el uso de un lenguaje cuidadoso y el fomento de la autoayuda en los afectados, especialmente en situaciones de duelo o traumas colectivos.
Ariadna Pérez, psicóloga de MSF, abordó el impacto específico de las catástrofes en la infancia y adolescencia. Indicó que síntomas como la culpa, tristeza o aislamiento son comunes en jóvenes y suelen resolverse en tres a seis meses; sin embargo, si persisten, es recomendable buscar apoyo especializado.
Ariadna Pérez ofreció recomendaciones adaptadas según la edad:
- 0-3 años: usar un lenguaje simple, estar cerca y mantener rutinas, sin pedirles que repriman emociones.
- 3-6 años: preguntar sobre sus emociones, responder a sus dudas con ejemplos sencillos, y evitar los silencios prolongados.
- 7-11 años: mantener conversaciones regulares para actualizar información, evitar detalles innecesarios y mostrar interés en sus inquietudes.
Este encuentro destaca la importancia de brindar una atención sanitaria integral en contextos de crisis y de capacitar al personal médico para atender las complejas necesidades emocionales de las comunidades afectadas.
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