El Perú enfrenta una crisis ambiental sin precedentes en la Cordillera Blanca, donde el derretimiento acelerado de los glaciares ha transformado ríos en corrientes de agua ácida y rojiza, poniendo en peligro ecosistemas, fuentes de agua y comunidades altoandinas.
Desde 1968, los glaciares de la Cordillera Blanca han perdido más del 40% de su masa. Este retroceso deja al descubierto formaciones rocosas ricas en minerales como la pirita, que al reaccionar con agua y oxígeno producen ácido sulfúrico y liberan metales pesados como plomo, manganeso y zinc. Este fenómeno, conocido como drenaje ácido de rocas, ha convertido al río Shallap y otros afluentes en aguas peligrosamente ácidas, con un pH inferior a 4, afectando su calidad para el consumo humano y agrícola.
Las comunidades altoandinas, que dependen de estos ríos y manantiales, enfrentan graves problemas de salud y escasez de agua potable. En Canrey Chico, iniciativas locales han intentado mitigar el problema con estanques y cañas para tratar el agua, pero carecen del apoyo suficiente para extender estas soluciones.
La situación es crítica en ciudades como Huaraz, donde la principal empresa de agua planea invertir en costosos sistemas de tratamiento para manejar el agua contaminada, mientras el abastecimiento sigue disminuyendo.
Proyecciones del Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (Inaigem) indican que para 2030, los glaciares por debajo de los 4,000 metros podrían desaparecer por completo, dejando vastas superficies minerales expuestas a procesos de contaminación.
La crisis no solo afecta a los ecosistemas y la salud humana, sino que también marca un cambio cultural y económico, ya que paisajes antes icónicos, como el glaciar Pastoruri, se convierten en charcos rojizos que simbolizan el fin de una era.
La gravedad de la situación exige medidas urgentes:
– Fortalecer la regulación ambiental.
– Ampliar las tecnologías de tratamiento de agua.
– Impulsar la adaptación climática en las comunidades afectadas.
El futuro de los glaciares peruanos y las comunidades que dependen de ellos depende de acciones coordinadas entre gobiernos, organizaciones internacionales y pobladores locales.