Investigaciones recientes han revelado un alarmante fenómeno en las costas de Brasil, Florida y el Golfo de México: delfines y tiburones han mostrado rastros de sustancias ilícitas como cocaína y fentanilo en sus tejidos. Esta situación, atribuida a la contaminación de aguas residuales y al abandono de paquetes de drogas por narcotraficantes, plantea interrogantes sobre el impacto en los ecosistemas marinos y la seguridad alimentaria de quienes consumen estos animales.
En un estudio realizado por la Universidad A&M de Corpus Christi, Texas, se detectó fentanilo en muestras de tejido de delfines mulares. Los hallazgos, derivados del análisis de grasa de 83 delfines vivos y seis muertos, indican que esta contaminación podría estar relacionada con aguas residuales urbanas que arrastran opiáceos hacia el ecosistema marino.
Según la investigadora Dara Orbach, estas sustancias probablemente ingresan al organismo de los delfines a través de la cadena alimenticia, ya que los peces que consumen podrían haber ingerido desechos contaminados. Los delfines, considerados bioindicadores de la salud ambiental, almacenan estos contaminantes en su grasa, lo que los convierte en un reflejo preocupante de la calidad del entorno marino.
En Florida, investigadores de la Universidad de Florida observaron comportamientos extraños en tiburones, como nado en círculos o movimientos inusuales hacia humanos. Estas acciones podrían estar relacionadas con el consumo accidental de paquetes de drogas arrojados al mar. Para confirmar esta teoría, los científicos realizaron experimentos lanzando cebos que simulaban cocaína, observando que los tiburones los consumían sin dudar.
Por su parte, en Brasil, científicos encontraron rastros significativos de cocaína en el hígado y el tejido muscular de tiburones en las costas de Río de Janeiro. Este hallazgo refuerza la hipótesis de que las aguas residuales urbanas y las actividades de los laboratorios clandestinos son las principales fuentes de contaminación.
Estos casos no son aislados. Ejemplares como camarones de agua dulce en el Reino Unido y truchas marrones en Europa han mostrado adicción o contaminación por drogas derivadas de desechos humanos y químicos. Estas sustancias no solo afectan a las especies directamente expuestas, sino que también representan un riesgo para toda la cadena alimenticia marina, incluidos los humanos que consumen estos animales.
La contaminación de los océanos con drogas ilícitas y desechos químicos es un problema global que requiere atención urgente. No solo compromete la salud de los ecosistemas marinos, sino que también podría tener implicaciones directas para la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Acciones como el fortalecimiento de los sistemas de tratamiento de aguas residuales y el combate al narcotráfico son esenciales para proteger los océanos y sus especies.