Después de dos semanas de intensas negociaciones, la Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención de Naciones Unidas para Combatir la Desertificación (UNCCD) concluyó sin un acuerdo sobre medidas concretas para enfrentar el creciente riesgo global de sequías. Las 197 naciones participantes decidieron posponer las decisiones clave hasta 2026, en una próxima cumbre que se celebrará en Mongolia.
Las sequías, agravadas por el cambio climático, afectan a una cuarta parte de la población mundial, y se estima que podrían impactar a 5.000 millones de personas para finales de siglo, según un informe reciente de la UNCCD. Este fenómeno amenaza especialmente a la agricultura, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria global.
Durante la cumbre, se discutió la necesidad de financiar sistemas de alerta temprana y construir infraestructura resistente, particularmente en países más pobres como los de África. Sin embargo, las naciones no lograron acordar si las medidas contra la sequía deben ser legalmente vinculantes, una disputa que refleja el estancamiento en otras conferencias recientes sobre biodiversidad, cambio climático y contaminación por plásticos.
Arabia Saudí, el país anfitrión, junto con otros países y bancos internacionales, anunció la asignación de 2.150 millones de dólares para combatir la sequía, mientras que el Grupo de Coordinación Árabe prometió 10.000 millones de dólares para 2030. Aunque estas cifras son significativas, palidecen frente a los costos estimados: entre 2007 y 2017, las sequías generaron pérdidas globales de 125.000 millones de dólares.
A pesar de la falta de consenso, se lograron algunos avances, como un mayor compromiso de la sociedad civil y decisiones relacionadas con la igualdad de género. Sin embargo, expertos como Jes Weigelt, del centro TMG Research, calificaron los resultados como decepcionantes.
Por su parte, Ibrahim Thiaw, director de la UNCCD, destacó que la COP16 fue histórica al posicionar la problemática de la sequía como un pilar en los esfuerzos globales para combatir desafíos interconectados, como la inseguridad alimentaria, la migración y el cambio climático.
El fracaso en alcanzar un consenso refleja la complejidad de los desafíos globales y la urgencia de actuar de manera coordinada. Las sequías no solo amenazan los ecosistemas, sino también la estabilidad social y económica de millones de personas. La posposición de decisiones importantes hasta 2026 subraya la necesidad de que las naciones prioricen soluciones vinculantes y financiamiento adecuado para enfrentar esta crisis.