Bolivia vive su peor crisis ambiental en la historia, con incendios forestales que arrasaron más de 14 millones de hectáreas de bosques, pastizales y reservas naturales. Según expertos, los daños son irreversibles y lo perdido podría no recuperarse nunca.
El Gobierno de Luis Arce reportó a mediados de octubre una superficie quemada de 9,8 millones de hectáreas, cifra que posteriormente fue ajustada por la Fundación Tierra a más de 14 millones de hectáreas hacia noviembre. Santa Cruz, la región más extensa del país, fue la más afectada por las llamas.
Vincent Vos, experto del Instituto de Investigaciones Forestales de la Amazonia, calificó la situación como devastadora: el 60% de las áreas afectadas eran bosques, lo que equivale a la pérdida de 1.800 millones de árboles y millones de animales. «La destrucción abarca ecosistemas enteros. Muchas especies han perdido su hábitat de manera definitiva», aseguró.
Los incendios destruyeron hábitats clave en parques nacionales y reservas naturales, dejando profundas cicatrices en la biodiversidad. Se calcula la muerte de millones de mamíferos, reptiles, aves e insectos, y el desplazamiento de otras especies que deberán adaptarse a condiciones hostiles para sobrevivir.
Ante este escenario, el Gobierno boliviano anunció una pausa ambiental de 10 años en las zonas devastadas, prohibiendo quemas agrícolas y trabajos de siembra en áreas afectadas. Sin embargo, expertos como Juan Pablo Chumacero, director de la Fundación Tierra, cuestionan la efectividad de esta medida debido al incumplimiento histórico de normativas en el país.
La práctica del *chaqueo* o quemas controladas, autorizadas para preparar tierras agrícolas, ha sido señalada como una de las principales causas de los incendios. Aunque existen normativas que limitan estas actividades, su incumplimiento ha llevado a un aumento descontrolado de incendios durante agosto, septiembre y octubre.
Chumacero subrayó la necesidad de planes a largo plazo que involucren tanto al Gobierno como al sector productivo para evitar que el fuego siga siendo la herramienta principal para expandir la frontera agrícola.
Bolivia no solo enfrenta una crisis ambiental, sino un desafío económico y social que demanda esfuerzos conjuntos para garantizar la recuperación de sus ecosistemas y evitar tragedias similares en el futuro.