La COP16 celebrada en Cali, Colombia, culminó reconociendo el papel crucial de las comunidades indígenas y afrodescendientes en la conservación de la biodiversidad. Con la participación de 170 delegaciones, el evento otorgó a estos grupos un espacio formal en la toma de decisiones ambientales, fortaleciendo su influencia en la protección de ecosistemas. Sin embargo, el financiamiento para la conservación de la biodiversidad quedó pendiente, a pesar de los llamados urgentes a asegurar fondos adecuados para preservar la riqueza natural del planeta.
El evento también llevó a la creación de un organismo subsidiario que permite una representación efectiva de los pueblos indígenas y afrodescendientes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el cual busca proteger la biodiversidad y asegurar una distribución justa de los beneficios derivados del uso de conocimientos tradicionales y datos genéticos. Este nuevo organismo marca un hito histórico, permitiendo que los pueblos originarios participen de forma continua y efectiva en decisiones que afectan la biodiversidad global.
Una de las propuestas destacadas fue la creación del ‘Fondo de Cali’, una iniciativa que recaudaría fondos a través de las ganancias generadas por empresas que utilicen información de secuencias genéticas digitalizadas. Estos fondos se destinarán a proyectos liderados por comunidades originarias, promoviendo una distribución justa y equitativa.
Pese a estos logros, el debate sobre el financiamiento para el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, que pretende proteger el 30% de los ecosistemas globales para 2030, no avanzó. La ONU estima que el proyecto requiere 700,000 millones de dólares anuales, y sin un modelo de financiamiento claro, la implementación de estas metas corre peligro. Además, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que el déficit de financiamiento anual para la adaptación al cambio climático oscila entre 194,000 y 366,000 millones de dólares, lo que añade presión a los acuerdos pendientes.
Como resaltó Kirsten Schuijt, directora del WWF, la falta de consenso compromete el objetivo de detener la pérdida de biodiversidad para 2030, poniendo en riesgo tanto la estabilidad ambiental como el sustento de las comunidades que dependen de estos ecosistemas. Con la COP16, los pueblos indígenas y afrodescendientes han ganado un reconocimiento importante, pero el compromiso financiero sigue siendo una tarea crítica y urgente.