La COP29, que arranca este 11 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán, es la última edición de las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. A lo largo de los años, algunas cumbres, como la de Montreal en 1987, han marcado puntos de inflexión, mientras que otras, como la reciente COP28 en Dubái, generaron más expectativas que resultados.
En esta ocasión, la COP29 llega con el título de «COP de la Financiación», un nombre que refleja la necesidad urgente de destinar fondos significativos para mitigar el cambio climático. Se estima que 2,4 billones de dólares serían necesarios para apoyar a los países emergentes en su transición energética, adaptación y recuperación de desastres, según proyecciones de investigadores climáticos. En este sentido, el compromiso ya existente de 116 mil millones de dólares anuales de países desarrollados se queda corto. Los participantes esperan que el IPCC elabore un estudio que dé claridad a las necesidades financieras para lograr un cambio climático sostenible.
Sin embargo, el entorno no es el más alentador. Azerbaiyán, país anfitrión y con una economía centrada en el petróleo, ha omitido en su agenda la discusión sobre la eliminación de combustibles fósiles. Esto, sumado a la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, trae incertidumbre sobre los compromisos ambientales, pues Trump ha prometido abandonar nuevamente el Acuerdo de París y revertir avances en políticas climáticas.
Mientras tanto, las ausencias de líderes globales, como los presidentes de Estados Unidos, Francia, Alemania, India y China, podrían reflejar una falta de ambición y coordinación en esta cumbre. Pese a ello, la próxima revisión de las Contribuciones Determinadas por cada Nación (CDN), en 2025, será crucial para evaluar los compromisos individuales de cada país.
La COP29 plantea una oportunidad única, pero incierta, para avanzar en un financiamiento climático decisivo. Aún queda por ver si esta cumbre marcará un cambio de rumbo o será una reunión más sin efectos reales en la mitigación de la crisis climática.