La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha publicado su informe trimestral, revelando detalles sobre la llegada del fenómeno La Niña y sus posibles efectos en el clima mundial durante los próximos meses. Aunque su aparición ha sido más lenta de lo esperado, las aguas del océano Pacífico ecuatorial continúan enfriándose, lo que podría desencadenar la instalación definitiva de La Niña en diversas regiones del planeta.
Según el informe, entre mayo y julio, las temperaturas superficiales del mar (TSM) en el Pacífico oriental descendieron a niveles inferiores a los normales. Sin embargo, la TSM en otras partes del Pacífico central y oriental ecuatorial aún se mantiene en una fase neutral del fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENSO). Este fenómeno, que regula las fluctuaciones climáticas, aún no ha permitido la plena llegada de La Niña.
La OMM prevé que entre septiembre y noviembre, las condiciones del océano podrían finalmente estabilizarse, dando lugar a La Niña, aunque los expertos anticipan que será un fenómeno «débil». Este pronóstico se alinea con las predicciones de la NOAA, que estima una probabilidad del 66% de que La Niña se desarrolle en ese periodo, y un 74% de que persista hasta el verano del hemisferio sur.
A pesar del enfriamiento en algunas áreas del Pacífico, la mayoría de las regiones del mundo experimentarán temperaturas superiores a lo normal. Este fenómeno se espera que afecte a África, Asia, Australia, Europa, América del Norte y Central, y el Caribe, debido a las persistentes temperaturas oceánicas cálidas, exacerbadas por el cambio climático. En contraste, solo las zonas costeras del sur de Sudamérica podrían registrar temperaturas por debajo de lo normal.
En términos de precipitaciones, el informe de la OMM prevé que en América Central y del Sur habrá lluvias por debajo del promedio, especialmente si La Niña se establece en los próximos meses. Sin embargo, se espera un leve incremento en las lluvias en áreas que van desde el sur de América Central hasta el Caribe, mientras que en África y el sudeste asiático, las precipitaciones podrían ser superiores a lo habitual.
Para Europa, el panorama es más incierto, ya que no hay una señal clara de cómo se comportarán las lluvias en esa región. La OMM subraya que este informe es una guía para los servicios meteorológicos nacionales, y no un pronóstico oficial.
El retraso en la formación de La Niña se atribuye al lento enfriamiento del océano Pacífico Ecuatorial, en comparación con años anteriores. Los científicos coinciden en que algunas áreas que deberían haber experimentado un descenso de temperatura significativo aún mantienen niveles normales. Además, las anomalías atmosféricas, como los vientos, se mantienen cercanas a la media, lo que también contribuye a la lentitud en el establecimiento de La Niña.
Aunque el consenso es que La Niña se desarrollará este año y persistirá hasta el próximo verano, los expertos advierten que la fuerza de este fenómeno y sus efectos específicos podrían verse influidos por el calentamiento global y las actuales condiciones climáticas extremas.
A medida que se acerca el fenómeno, se espera que los pronósticos se vuelvan más precisos, aunque la intensidad de La Niña no necesariamente predice con exactitud los impactos climáticos en diferentes regiones.