Río de Janeiro cierra el G20 Social con un firme mensaje a los líderes mundiales: la justicia social, la lucha contra el hambre, y una urgente reforma de la gobernanza global son las claves para un futuro más equitativo y sostenible.
El G20 Social, que se celebró en Río de Janeiro entre el 14 y 16 de noviembre, concluyó con la presentación de la Declaración de Río de Janeiro, un llamado global elaborado con la participación activa de movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo. Este documento, entregado a los líderes del G20 de cara a su cumbre los días 18 y 19 de noviembre, subraya tres prioridades fundamentales para la agenda global: combatir el hambre y la pobreza, abordar la crisis climática con una transición justa, y reformar la gobernanza mundial para hacerla más inclusiva y democrática.
Oliver Röpke, presidente del Comité Económico y Social Europeo, destacó en la ceremonia de cierre que el mundo se encuentra en una encrucijada crítica. «Los sistemas de gobernanza actuales ya no responden a las necesidades del siglo XXI. Se necesitan reformas estructurales para garantizar que la sociedad civil tenga voz en las decisiones globales, y para crear un crecimiento inclusivo que respete los derechos sociales», afirmó Röpke. Esta reforma debe incluir una ampliación de la representación global, especialmente de los países del Sur Global, y un enfoque centrado en los derechos humanos y la justicia socioambiental.
La Declaración de Río de Janeiro fue elaborada con el aporte de sectores históricamente excluidos de la toma de decisiones globales, incluidos pueblos indígenas, mujeres, personas con discapacidad, trabajadores de la economía informal, y comunidades rurales y urbanas empobrecidas. Mazé Morais, representante de la sociedad civil, leyó el documento final, destacando su carácter inclusivo y participativo, y subrayó que todos los sectores afectados por decisiones geopolíticas y macroeconómicas deben ser escuchados en los foros internacionales.
Entre las propuestas clave se destaca la creación de un fondo internacional contra el hambre, y el impulso a la soberanía alimentaria, defendiendo prácticas agroecológicas y la democratización del acceso a los recursos naturales como la tierra y el agua. Además, se propuso un trabajo digno para todos, conforme a los estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la necesidad de fortalecer las economías solidarias y cooperativas.
Cambio Climático: Un Desafío Global, Una Respuesta Justa
La lucha contra el cambio climático también ocupó un lugar central en la Declaración, con un fuerte llamado a los líderes del G20 para que asuman compromisos concretos en la reducción de emisiones y la protección de ecosistemas clave, como las selvas tropicales. Los movimientos sociales subrayan la importancia de una transición justa hacia una economía baja en carbono, que no solo enfrente el calentamiento global, sino que también garantice que los trabajadores y las comunidades más vulnerables no queden atrás. Este proceso debe incluir la protección de los derechos laborales y un enfoque de igualdad racial y social.
La Declaración también hace un llamado urgente para fortalecer la democracia frente a las amenazas del populismo autoritario y la desinformación, promoviendo un Estado de Derecho robusto y una gobernanza inclusiva que dé cabida a todas las voces, especialmente las de las comunidades más afectadas. Esto implica una reforma de las instituciones multilaterales, con un enfoque específico en la reconfiguración del Consejo de Seguridad de la ONU, para asegurar una mayor representatividad y promover soluciones más justas y efectivas a los desafíos globales.
La Declaración concluye con un mensaje claro para los líderes del G20: es hora de actuar con determinación. Mazé Morais, en su intervención final, resumió el llamado global: «Este es el momento de liderar una transformación profunda y duradera. No podemos esperar más». A su lado, Marcio Macedo, ministro de la Secretaría General de la Presidencia de la República de Brasil, elogió el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva por poner a los movimientos sociales en el centro de la agenda global, destacando la importancia de incluir a las personas en las decisiones políticas de mayor trascendencia.
El evento, que contó con más de 50,000 participantes y 271 actividades autogestionadas, ha marcado un hito en la historia de los foros del G20 al amplificar las voces de los más marginados. El G20 Social se prepara ahora para continuar su labor en Sudáfrica, donde se celebrará la próxima edición de la cumbre global.
La Declaración de Río de Janeiro no solo refleja la urgencia de cambiar la estructura actual de gobernanza global, sino que también representa un firme compromiso con la justicia social, la paz mundial y la sostenibilidad. Los líderes mundiales no pueden ignorar este mensaje: el futuro está en nuestras manos.
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