En las calles de Nueva York, miles de migrantes, muchos indocumentados, se enfrentan a un panorama cada vez más hostil para ejercer su trabajo como vendedores ambulantes. Restricciones legales, aumento de multas y la falta de acceso a licencias han puesto en jaque a este sector, que busca sobrevivir en una ciudad con reglas que parecen no darles tregua.
El panorama para los vendedores ambulantes ha cambiado radicalmente bajo la administración del alcalde Eric Adams. Desde 2022, las multas por operar sin licencias han aumentado en un 71.5%, alcanzando más de 11,000 casos en apenas dos años. Este endurecimiento se reforzó con la consulta pública del 5 de noviembre de 2024, en la que el 61.4% de los neoyorquinos votaron a favor de aumentar las sanciones contra la venta ambulante sin permisos.
El problema central radica en que el municipio no emite licencias para ventas generales desde 2016. Actualmente, la lista de espera para estos permisos permanece cerrada. Para licencias de venta de comida, a pesar de un incremento aprobado en 2021, más de 9,000 personas aún esperan obtener una.
Consuelo Salazar, una migrante ecuatoriana que lleva cuatro años en Nueva York, ha experimentado el impacto directo de estas medidas. Multada repetidamente por vender sin licencia, se plantea regresar a su país. “Nos tratan como delincuentes”, asegura.
Por otro lado, organizaciones como Bronx Street Vendors, lideradas por migrantes como Vicente Veintimilla, han surgido para luchar por los derechos de los vendedores ambulantes. En protestas frente al Ayuntamiento, estos trabajadores piden no solo la emisión de más licencias, sino también que se les escuche como parte de las soluciones.
El endurecimiento de las políticas locales coincide con un panorama nacional incierto. La próxima administración de Donald Trump, conocida por sus posturas antimigratorias, amenaza con una ola de deportaciones masivas. Esto genera aún más incertidumbre entre los vendedores ambulantes, muchos de los cuales son indocumentados.
Sin embargo, no todos pierden la esperanza. Líderes como Veintimilla y Salazar insisten en seguir alzando la voz para exigir que se acelere el debate en el Ayuntamiento sobre proyectos de ley que aumenten las licencias disponibles.
La situación de los vendedores ambulantes en Nueva York refleja una realidad compleja y desgarradora para miles de migrantes que buscan un sustento digno. Entre las restricciones legales y el endurecimiento de las políticas migratorias, su lucha no solo es por sobrevivir, sino también por ser reconocidos como trabajadores que aportan a la economía local. Las protestas y el trabajo organizativo podrían ser el primer paso para construir un futuro más justo para estos trabajadores esenciales.