La Navidad, a menudo idealizada como una época de felicidad y unión, también puede ser un periodo especialmente desafiante para quienes enfrentan problemas de salud mental. En un contexto donde la “dictadura de la felicidad” predomina, muchos conviven en silencio con emociones intensas y sufrimiento invisible, desde depresión hasta trastornos alimentarios, fobias sociales o adicciones.
Para muchas personas, las fiestas son momentos de alegría y reencuentro. Pero para otras, la presión por mostrar felicidad puede convertirse en una carga. Tal como señala la psicóloga Dawn Potter, “la Navidad no se trata de arruinar las fiestas de los demás; no va de ti, sino del reto interno que enfrentan quienes luchan con su salud mental”.
En medio de reuniones familiares y cenas de trabajo, es probable que siempre haya alguien atravesando un momento difícil. En casos más extremos, puede incluso haber pensamientos de suicidio, mientras que otros encuentran en estas fechas un tiempo para reflexionar y sanar.
La falta de comprensión sobre la salud mental sigue siendo un problema global. Muchas personas aprenden a ocultar su sufrimiento para evitar ser señaladas o excluidas. Este fenómeno, conocido como autoestigma, refleja cómo la sociedad presiona a las personas para que “pasen página” rápidamente y vuelvan a la normalidad.
A menudo, los prejuicios asocian el malestar emocional con debilidad o falta de esfuerzo, lo que refuerza ideas erróneas sobre la salud mental. Este estigma se traduce en comentarios inapropiados, silencios incómodos o expectativas irreales sobre cómo alguien debería expresar su sufrimiento.
Es un mito pensar que quien está mal debe mostrar tristeza constante o cumplir con un estereotipo dramático. La salud mental no es un estado fijo; fluctúa, varía y tiene matices según cada persona y situación. La realidad es más compleja y requiere empatía para comprenderla.
¿Cómo podemos acompañar mejor a quienes lo necesitan?
- Comunica más, escucha mejor: La comunicación abierta y honesta puede ser clave para entender lo que alguien está atravesando.
- Evita los clichés: Comentarios como “todo estará bien” o “es cuestión de actitud” pueden invalidar el dolor ajeno.
- Reconoce el sufrimiento sin juzgar: Entender que el dolor emocional no es una elección ayuda a ofrecer apoyo genuino.
- Rompe el estigma: Promueve una cultura de salud mental que permita a las personas expresar sus emociones sin miedo al juicio o rechazo.
- Busca señales de ayuda: Si alguien muestra síntomas de depresión severa o pensamientos suicidas, no dudes en alentar la búsqueda de apoyo profesional.
La Navidad no tiene que ser un periodo perfecto ni idealizado. Es un tiempo para conectar, reflexionar y apoyar a quienes enfrentan desafíos emocionales. Romper los tabúes en torno a la salud mental es una responsabilidad compartida que puede marcar la diferencia en la vida de quienes lo necesitan.