En una reunión crucial en la sede de la ONU en Nueva York, los líderes mundiales aprobaron la Declaración Política sobre la Resistencia Antimicrobiana, un acuerdo que busca enfrentar de manera coordinada uno de los mayores desafíos de la salud pública global. Este documento, respaldado por consenso durante el segmento de alto nivel de la Asamblea General, marca un compromiso hacia un esfuerzo conjunto en financiamiento, gobernanza y respuesta a este problema creciente.
La Declaración reconoce la resistencia a los antimicrobianos como una de las amenazas más serias para la salud mundial. La resistencia antimicrobiana impide el tratamiento efectivo de enfermedades en humanos, animales y plantas, afectando también la seguridad alimentaria y la nutrición. En este contexto, la ONU insta a una acción colectiva inmediata para proteger la capacidad de tratar infecciones y mantener la salud pública a nivel global.
Además, el documento destaca la importancia de este esfuerzo en múltiples áreas: no solo mejoraría la salud mundial, sino que también contribuiría al desarrollo económico, la equidad social y el bienestar ambiental, avanzando de esta manera en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
La gravedad de la situación es clara. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 hubo casi cinco millones de muertes vinculadas a infecciones bacterianas resistentes a medicamentos, de las cuales 1,27 millones fueron directamente atribuibles a la resistencia antimicrobiana. Lo más alarmante es que el 20% de esas muertes correspondieron a niños menores de cinco años. Sin una acción más decidida, la OMS estima que la esperanza de vida global podría reducirse en 1,8 años para 2050.
El problema afecta a personas de todas las edades y regiones, pero la Declaración subraya que los **países en desarrollo** y las **personas en situaciones vulnerables** son las más afectadas. En estas regiones, el acceso limitado a antimicrobianos adecuados y seguros es responsable de una mayor mortalidad que la propia resistencia bacteriana.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que la aprobación de la Declaración es un importante primer paso. Si bien la voluntad política está presente, ahora es crucial traducir el compromiso en acción. Tedros subrayó la importancia de implementar el Plan de Acción Mundial, que comenzará a regir en 2026, e instó a los Estados miembros a tomar medidas inmediatas para abordar la crisis.
Este Plan de Acción está diseñado para frenar la resistencia a los medicamentos y mejorar el acceso a nuevos antibióticos, a la vez que se impulsa el desarrollo de medicinas para combatir infecciones resistentes. Tedros advirtió que si no se actúa pronto, la resistencia antimicrobiana podría revertir 100 años de progreso médico, haciendo que infecciones tratables hoy en día se conviertan en una sentencia de muerte.
La primera ministra de Barbados, Mia Mottley, quien ha liderado los esfuerzos internacionales en esta materia, fue enfática en su llamado a reunir los recursos financieros necesarios para implementar el Plan de Acción Mundial. Mottley insistió en que se trata de una inversión en el futuro de la humanidad, y en cómo cuidamos a nuestros animales, gestionamos nuestras empresas y preparamos nuestros sistemas de salud para prevenir una crisis aún mayor.
Mottley también destacó la importancia de aumentar los fondos para la investigación en resistencia antimicrobiana, y de proporcionar apoyo a los países más afectados, especialmente en el mundo en desarrollo, que carecen de los recursos para combatir adecuadamente el problema.
La resistencia antimicrobiana es ya una de las principales causas de muerte en muchos países y, de no tomarse medidas urgentes, se proyecta que será la principal causa de mortalidad para 2050. Esto subraya la necesidad imperativa de proteger a las generaciones futuras de lo que Mottley describe como una «pandemia silenciosa y en cámara lenta».
Finalmente, Mottley hizo un llamado no solo a los líderes mundiales, sino también a las personas de a pie, instándolas a usar los antibióticos de manera responsable. El mal uso y el abuso de estos medicamentos es uno de los factores clave que impulsan la resistencia antimicrobiana, y cambiar esta tendencia es esencial para frenar el avance de este problema global.
La Declaración Política sobre la Resistencia Antimicrobiana marca un hito en la lucha global contra este problema de salud pública, pero su éxito depende de la acción inmediata y coordinada a nivel global. Los compromisos adquiridos por los líderes mundiales y el respaldo de organizaciones como la OMS ofrecen una oportunidad única para frenar la resistencia a los medicamentos, pero queda mucho por hacer para garantizar que las promesas se traduzcan en soluciones efectivas que protejan tanto a la humanidad como al planeta en los próximos años.