Tuvalu, un pequeño país insular en el Pacífico Sur, enfrenta una amenaza existencial debido al cambio climático. El aumento del nivel del mar está hundiendo lentamente las nueve islas que conforman este país, y su primer ministro, Feleti Teo, ha pedido ayuda a la ONU para frenar esta situación. El país, cuya población de alrededor de 12.000 personas se dedica principalmente a la pesca, ha perdido la esperanza de encontrar soluciones inmediatas y ya está considerando planes alternativos, como la posibilidad de abandonar el territorio antes de que sea sumergido por completo.
Ubicado a unos 4.000 kilómetros de Hawái, Tuvalu se caracteriza por sus aguas cristalinas y sus bajas altitudes, lo que lo convierte en el segundo país más plano del mundo, solo superado por las Maldivas. Esta vulnerabilidad geográfica agrava la situación, ya que incluso el más mínimo aumento del nivel del mar pone en riesgo el futuro de sus habitantes.
Ante este panorama, Tuvalu ha sido el primer país en solicitar a la ONU la adhesión al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, buscando una transición hacia energías limpias que les permita combatir los efectos del cambio climático. La esperanza de Tuvalu es que la comunidad internacional tome acciones urgentes para detener el avance de las aguas y proteger su territorio.
Tuvalu es un país remoto y poco accesible. Con solo 26 kilómetros cuadrados de superficie, cuenta con cinco atolones y cuatro arrecifes de coral, siendo Funafuti su capital, aunque a veces se menciona Vaiaku, en la isla de Fongafale, por ser la sede del Parlamento Nacional. Solo una aerolínea, Fiji Airways, conecta Tuvalu con el mundo exterior, volando desde Suva, la capital de Fiji, dos veces por semana. Sin embargo, el futuro de esta conexión está en duda a medida que el nivel del mar sigue aumentando y amenaza con hacer que los vuelos y otros medios de acceso sean cada vez más difíciles.
El caso de Tuvalu es un ejemplo alarmante de las consecuencias del cambio climático para los países insulares, y su pedido de ayuda a la ONU es un llamado a la acción global. Mientras tanto, la población local busca maneras de adaptarse a la situación, sabiendo que el tiempo para salvar su hogar se está agotando rápidamente.